Amanece en Cantabria, tras los cristales el verde despierta fresco el aroma a campos de rocío. Los caseríos de piedra, con sus balcones de madera florecidos, despuntan sus tonos rosados con los primeros rayos de sol…..¡¡¡Cantabria es infinita!!!
Infinita de amaneceres, de paisajes, de rincones mágicos cargados de Historia.
Lo más destacado de Cantabria
Lugares como el que divisamos al empezar a caer la tarde de ayer antes de cruzar la ría por el bello puente de la Maza. San Vicente de la Barquera se alza majestuoso sobre una colina haciendo las delicias de los que contemplamos desde el mirador, como van encendiéndose las luces y apagándose el sol. Esta bella localidad de tradición marinera situada a los pies de los Picos de Europa, fue declarada bien de interés cultural de Cantabria en 1987. Su parte antigua o puebla vieja, nos guía a través de sus calles empedradas a descubrir el encanto de la Iglesia de Ntra. Sra. de los Ángeles, los restos de la muralla y el castillo de forma longitudinal que se adapta a la orografía del lugar.
Como reclamos naturales sus privilegiadas playas, entre las que destacan Merón y Gerra caracterizada por sus fuertes vientos, lo que hace que sea muy valorada por los surfistas.
Caída la noche llegamos a la localidad de las tres mentiras: Santillana del Mar, ni es santa, ni es llana ni tiene mar, pero su encanto empedrado, nos traslada a otra época. El silencio, roto por las pisadas de los pocos turistas otoñales que dejan el confort de sus habitaciones para disfrutar la magia de cada rincón, reina en la localidad. Cada casa cuenta su historia, la de las gentes que habitaran y las que aun habitan, con enormes escudos de piedra, portones de madera, entradas de carros, algunos relieves o inscripciones y las flores que cuelgan, salpican y adornan balcones y pórticos.
La villa amanece altiva y señorial, después del grato reposar, visitamos la colegiata de Santa Juliana, uno de los grandes exponentes del románico en Cantabria, con su maravilloso claustro, y entorno al cual surgió la villa que gozó de gran esplendor económico en la Edad Media, prueba de ello los múltiples palacios y casonas, que merecen ser visitados a pie.
A unos dos kilómetros de la localidad encontramos la Cueva de Altamira, descubierta en 1875 por M. Sanz de Sautuola, conteniendo algunas de las mejores muestras de arte paleolítico, a la cual Henri Moore en 1934 llamó “La Real Academia del Arte Rupestre” y sirvió de inspiración a grandes pintores como Miró, entre otros. En la actualidad sólo se visita la reproducción o Neocueva, quedando solo al azar la posibilidad de visitar 5 personas un día a la semana, la autentica obra de arte. El Museo ofrece interesantes actividades para realizar en familia.
Decidimos finalizar nuestra aventura cántabra en Comillas, la noble y aristocrática localidad situada a unos 17 kilómetros de Santillana del Mar. La villa ofrece al visitante dos rutas: una monumental donde destaca el ayuntamiento viejo y la iglesia de San Cristóbal, y otra modernista, fruto del auge económico y social que tiene lugar a finales del s.XIX, debido al impulso que el marqués de Comillas dio a su localidad natal trayendo a reyes, Gobierno y Corte. Edificios como el Palacio de Sobrellano, El Capricho de Gaudí, la Universidad Pontificia y la Fuente de los Tres Caños, resaltan la grandeza del lugar y hacen las delicias de los visitantes.
La amabilidad de la gente cántabra, su hospitalidad, sus sonrisas e historias, nos han acompañado estos maravillosos días. Hemos disfrutado su gastronomía, platos como el sorropotún, las rabas o las exquisitas anchoas que degustamos en una ensalada con queso de Liébana, de postre una deliciosa quesada.
No podemos marcharnos de Cantabria sin pasear por la playa de arena fina, en un guiño de sol sentir la brisa, el agua del mar en los pies y cargarnos de energía, para desear pronto volver a esta Cantabria infinita de sueños, de experiencias, de ese toque “It” tan Cook&It.