Una de mis fotos favoritas en cualquier época del año y del viajero que pasa por León es la de la fachada plateresca del Convento de San Marcos, en la actualidad Parador Nacional y museo viviente.
Fue la infanta-reina Sancha de Castilla quien en el siglo XII hizo donación para la construcción extramuros de un templo-hospital refugio para peregrinos del Camino de Santiago, que albergara la residencia de la orden de Santiago en León. En el siglo XVI se derriba el edificio original que se encontraba en muy mal estado y será el rey Fernando el Católico quien haga donación para la construcción de esta impresionante obra del Renacimiento, las obras comenzarán en 1537 ya reinando Carlos I. Grandes arquitectos y escultores de la época trabajaron en su diseño y edificación, Juan de Orozco, Juan de Badajoz el mozo y Martín Villareal, y aunque a principios del siglo XVIII se realizó una ampliación desde la entrada principal hasta la torre junto al río, se siguió el mismo estilo arquitectónico y decorativo.
Las paredes de tan majestuoso edificio, que ha tenido muy diversos usos, guardan pequeñas historias, secretos, la Historia de la ciudad de León. Aquí se han alojado ilustres y anónimos personajes.
Entre 1639 y 1643 albergó a uno de sus más insignes residentes, Francisco de Quevedo, recluido por orden del Conde-Duque de Olivares escribía: «de rigurosísima prisión, enfermo de tres heridas, que con los fríos y la vecindad de un río que tengo por cabecera, se me han cancerado, y por falta de cirujano, no sin piedad, me han visto cauterizar mis manos.»
Prisión, casa de misiones, instituto de educación secundaria, escuela de veterinaria, hospital penitenciario, cuartel de caballería, campo de concentración de prisioneros durante la Guerra Civil, Diputación, Diócesis y actualmente el Hostal San Marcos es uno de los mejores Paradores Nacionales con 5 estrellas, y una puntuación de 8,9 de los clientes.
Nos reciben y acompañan en nuestra visita el empleado más antiguo del Parador Vicente, y uno de los directores adjuntos Pablo, a los que agradecemos su amabilidad y su tiempo para enseñarnos una celda, en la parte no visitable del Hostal, cómo en la que se cree pudiera haber estado Quevedo, aunque por sus escritos estaría en la torre que ya no existe que daba al río.
Pasamos por el coro de la iglesia, una obra de arte realizada en su parte baja por Guillermo Doncel y el resto por Juan de Juni, en el siglo XVI. Entre las ventanas observamos los detalles de la fachada y accedemos por una estrecha escalera de caracol a la celda.
Un espacio frio, de dimensiones bastantes pequeñas aunque el techo es alto. El sol se cuela por una estrecha ventana, ese que Francisco de Quevedo no veía en su encarcelamiento, lo que nos indica que es improbable que pudiera estar en esta misma celda, alejada del río y situada bajo el campanario de la iglesia.
Accedemos al campanario desde donde se ven unas preciosas vistas de la plaza, del paseo de la Condesa, de la Gran Vía de San Marcos, del Auditorio de León, del edificio de la Junta y del edificio de San Marcos. Ya de regreso nos deleitamos con las vistas del claustro en su piso superior e inferior.